Su acceso es muy fácil aunque afortunadamente la mayoría de
los turistas a las 9, andan durmiendo la resaca por lo que tuvimos el lugar
para nosotros. Imagino que lo hundieron sin nada dentro, por lo que solamente
queda el casco. Como podéis ver, da para hacer unas buenas fotos.
Esta vez fue de lujo. Comenzamos con unos ejercicios básicos
para familiarizarnos con el material a dos metros de profundidad y luego dimos
un primer paseo en el que llegamos hasta los seis metros. Los corales eran
preciosos y estaba todo lleno de vida, con peces de esos que solamente ves en
acuarios y un banco de barracudas, de más de 30 ejemplares, que nos envolvía.
Cuando regresamos a bordo, comentamos la excursión. Nuestro
grupo éramos cuatro, todos españoles, además del monitor, que se llamaba Joan.
Concidimos con una pareja, Miguel y Sandra creo recordar, muy majos, y que tampoco
lo habían probado nunca.
Regresamos sobre las 18, después de unas cinco horas de
actividad, muy contentos con la experiencia y con el sabor agridulce de que si
tuviéramos más tiempo nos sacaríamos algún curso, como el Open Water, que lo
puedes aprobar en cuatro días intensivos y por unos 9000 bats (unos 220 euros).
El resto de la tarde lo dedicamos a la piscina, disfrutar de
dos granizados de sandía (deliciosos), cenar y empezar con el equipaje. El día
fue tan duro que a las 21 horas ya nos dormíamos…
En el muelle hemos tenido que hacer cola durante una hora y
media de tanta gente que había. Ha sido una pasada porque tranquilamente había
más de 700 personas en el muelle esperando. Ha influido que hoy o mañana es la
famosa fiesta ‘Full Moon Party’ que se celebra justo en la isla que tenemos al
lado, Koh Pang’nan. A pesar de que las hormonas y las feromonas andan
revueltas, todo el mundo ha sido bastante respetuoso, aunque el barco, que
tenía que salir a las 9.30, no lo ha hecho hasta las 11.
Bueno, reemprendo la ¿última? Entrada del blog ya desde
Menorca porque el viaje de regreso ha sido largo, duro y solamente pensábamos
en llegar a casa. Disculpad si hemos tardado.
La ruta por las islas nos oxidó bastante la capacidad de
negociar ya que no fuimos capaz de cerrar a nuestro favor ningún trato. De
hecho, los vendedores de Bangkok se mostraban más inflexibles que nunca. Puede
que el hecho de ir por la tarde, a primera hora, también influyera porque pasan
miles de personas al día por lo que es a última hora cuando suele ser más
factible regatear unos baths.
Salir perdiendo nos fue quemando lentamente y lo único que
conseguimos fue mosquearnos y querernos marchar antes, aunque los últimos pad
thai hicieron más llevadera la decepción. Aunque parezca mentira, los
tallarines que se cocinan en las paraditas de la calle son los más buenos, y
los más baratos.
Y bueno, de lo demás, seis horas de avión desde Bangkok a
Dubai, tres horas de escala, y otras siete horas y media en el de Dubai a
Barcelona. Las pastillitas mágicas –y medicadas, claro- y las películas que te
puedes poner en la pantalla personal que tiene cada asiento lo hicieron más
llevadero.
Que Menorca sea tercer mundista en lo de las conexiones aéreas
me vino perfecto para poner el que personalmente fue un broche ideal para el
viaje. Llegamos el sábado a las 12
a Barcelona y, aunque parezca mentira, no había vuelos
hacia la Isla
hasta el día siguiente.
Aunque bueno, puede que el viaje no haya terminado para Clara
ya que en el hotel le entraron nauseas y retortijones que nos complicaron,
especialmente a ella, el poder dormir un rato antes de poder volver a Menorca.
De momento no se encuentra demasiado bien por lo que ahora veremos qué le pasa.
En la zona de la frontera entre Camboya y Tailandia el riesgo de contraer
Malaria es bastante alto pero bueno, tampoco hay que ser alarmista.
Y bueno, llegados a este punto, he decidido que habrá otra
entrada, una tipo resumen ideal para aquellos que les haya entrado el gusanillo
de viajar a Tailandia, aunque la haré en los próximos días cuando me haya
asentado y recolocado las ideas. Ahora mismo me cuesta un montón seguir
escribiendo porque el sueño me consume. Sin más, y con un penúltimo ‘Hasta
luego’…
Besetes! J
Gracies, Dino. Ha estat un reportatge formidable.
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