El tiempo en Camboya, sobre todo, y en Tailandia, es muy
relativo. Tan relativo como el individuo que lo manipula quiera. Porque no son
lo mismo cinco minutos de más o de menos en España, en Inglaterra o en Perú. Es
cierto que el tiempo pasa volando cuando estás de vacaciones y disfrutas pero
cuando ves que te toman el pelo no solamente en lo económico sino también te
meten mano al reloj que cuenta el tiempo que te queda libre de ocupaciones,
cabrea un rato.
En Camboya nos hemos dado cuenta de que cualquier
aproximación temporal que haga se parece lo mismo que un palo a una pelota. En
nada. Por poner un ejemplo, el barco que cogimos ayer de vuelta de nuestro
paraíso a Sihaonuk Ville (No sé si llegaré a aprender cómo se escribe el lugar
este) en teoría duraba dos horas, o así nos lo dijeron cuando nos vendieron
alegremente los billetes.
Bien, la realidad fue que tardó tres horas. En la ida y en
la vuelta. Otro ejemplo ha sido el bus de hoy que nos ha llevado hasta la
frontera para volver a Tailandia. En teoría a las 16.00 debíamos estar en Koh
Chang, la isla donde dormiremos los dos próximos días. Pasadas las cuatro
estábamos esperando para coger la furgoneta que nos ha llevado, en un viaje de
dos horas, al lugar donde hemos cogido el ferry hasta la isla. Un cachondeo al
que, cuando te quejas, solamente saben responder poniendo cara de cabreo
comprensible en plan “es cierto, amigo turista, te hemos fallado”, mientras se
la trae floja o muy floja, todavía no lo hemos decidido.
Con la tontería, los dos últimos días han sido de viaje.
Ayer desde Koh Rong Samloem hasta Sihonuk Ville, pasando por otra isla, Koh
Rong, en un paseo en barco que se nos
hizo eterno, casi más pesado que las seis horas (3+3) en furgoneta en Chiang
Mai. Hoy, hemos salido sobre las 9 de Sihonuk Ville y hemos llegado al hotel a
las 21.15 y después de discutir con el de la furgoneta y luego con un 'tuk tukero'. Pero bueno, os explico un poco, ¿os parece?
Nada, ayer últimos chapoteos y con ganas de dejar Camboya de
la cual me llevo una impresión de mejor a peor. Empezó bien pero la poca mano
de sus habitantes para con el turismo me han terminado asqueando. Y a Clara
juraría que también. El mal sabor de boca se maquilló significativamente con la
cena que nos pegamos al llegar. Pad Tai (fideos fritos con pollo), fideos con
calamar y gambas al estilo Singapur, ensalada griega y hamburguesa de ternera
con patatas fritas (sorprendentemente una de las mejores que he probado en mi
vida), un postre casero de hojaldre de tarta de queso con chocolate líquido
(BRUTAL) y helado de coco con topping de helado Bounty. Además de dos cócteles,
mojito y uno de ron con fruta de la pasión, entre otros ingredientes que no
recordamos. En total, 36 dólares. Un chollo, y con el mejor servicio en todos
los sentidos –higiénico, eficaz, simpático…- de todo el viaje. Digno de
repetir.
El hostal es otra historia. Si reservas una habitación por
teléfono en un ‘Guest house’ que se llama ‘Lucky Guest House’ te puedes esperar
de todo. Desde exceso de alegría en la decoración hasta límites nauseabundos
hasta el típico asesino en serie que merodea el lugar. Afortunadamente fue lo
primero. Aunque a su favor diré que la ducha tenía mucha potencia de agua y
eso, por estos lares, no se paga ni con todo el oro del mundo.
Y bueno… Hoy, unas 12 horas de autobús, furgoneta y algo de barco. Lo
más destacable ha sido que el bus iba lleno hasta los topes como podéis ver en
el vídeo y el paso por la frontera, que ha sido esperpéntico. El bus ha llegado
a un sitio, después de seis horas, y cuando todo el mundo ha bajado, las
maletas habían desaparecido. Evidentemente me he puesto nervioso porque después
de estar seis horas enlatado en un asiento enano como la sangre no circula
bien, pues se me han hinchado los cataplines. (Aquí tenéis el video del interior del bus)
De repente un señor me dice que se las han llevado en un
carro hacia la frontera, así que empiezo a correr, cruzando de un país a otro
obviando a los guardias de seguridad de un lado y de otro, hasta que me he
encontrado con el muchacho del carro. Ahí me había separado de Clara y claro,
yo ya estaba en Tailandia y ella en Camboya. Nada, que vuelvo atrás, sin que
nadie me diga nada, y me encuentro a Clara gesticulando con un chino de las
narices mientras él no soltaba el pasaporte.
Llego y me dice Clara que el chinaco dice que hay que pagar
300 Baths tailandeses (unos 8 euros creo) para salir de Camboya y que hay que
ponerlos dentro del pasaporte y entregarlo en la aduana. Lo que mayormente se
conoce como una tomadura de pelo. Y yo, con los mismísimos todavía en su máximo
hinchazón le pregunto por qué y luego, en el español plano de toda la vida lo
mando a la mierda consciente de la estafa. Él quería acompañarnos durante todo
el proceso, imaginamos que para que las autoridades vieran a qué sabandija
debían agradecer luego esa ingreso
extra con una comisión.
He preparado el dinero por si las moscas, escondiéndolo en
la mano en lugar de entregándolo en el pasaporte, y nos hemos puesto a la cola.
A la pareja de delante le han hecho todo el proceso legal, todo estaba en
orden, y luego le dicen “you have to pay 300 baths for go out of Camboya”. Los
han pagado, no han tenido más remedio. Había pensado que si me pedían la pasta
a mi les exigiría algún recibo o algo, aunque no creo que hubiese sido
suficientemente disuasorio pero la impotencia de ver como se ríen de ti a la
cara indigna.
Por razones que desconocemos, no nos han pedido nada. Quizás
porque cuando los otros dos pagaban he puesto mala cara o porque Clara, que
también tenía lo suyo bien hinchado, les hubiese arrancado la cabeza. La
tensión en el lugar se palpaba perfectamente, de hecho un francés, después de
ser estafado y sabedor de ello, ha ido hacia su intermediario (que también le
había agarrado el pasaporte como el otro con Clara) y cuando pensaba que le iba
a soltar un puñetazo (o guantazo porque creo que es algo más estiloso que va
con los franceses) le ha hecho un corte de mangas. Aunque en esos momentos era
300 baths menos rico y feliz.
He tenido que abrir mi maleta (la barba de tres semanas ya
empeora considerablemente mis pintas ya de por si complicadas con la cicatriz)
y luego nos han hecho el visado en Tailandia, mucho más eficaz y legal.
Al llegar, nos hemos subido a una furgoneta que iba realmente muy rápido, hasta el muelle desde donde hemos embarcado. Hemos tenido que comprar los billetes de barco cuando en teoría estaban ya pagados y hemos tenido que decir a qué playa íbamos hospedados. He mirado el mapa y he deducido que era Lonly Beach.
Tras el tute de barco, unos 40 minutos, y llegar a la isla con la noche más oscura, hemos descubierto que está llena de pendientes muy pronunciadas aunque no hemos podido ver qué vistas había. La furgoneta ha ido dejando gente y cuando solamente quedábamos nosotros y una pareja de canadienses que habían estado hablando todo el rato con el conductor, a ellas las ha dejado en la puerta de su 'Guest House' mientras que a nosotros se ha parado en mitad de una calle y dice "Lonly beach". Cuando le he enseñado la dirección se ve que el hotel está en Bailan Bay y ha dicho que él no podía ir hasta allí, que su furgoneta se paraba allí. Le hemos dicho que asumíamos que era nuestro error y que pagábamos la diferencia pero el chófer erre que erre. Me he exaltado y le he empezado a hablar en menorquín, harto, y nos hemos ido en busca de un taxi.
El follón no ha acabado allí ya que hemos preguntado dónde estaba el hotel y nos han dicho que entre un kilómetro y dos kilómetros de donde estábamos pero por carretera, así que he ido a un 'tuk tukero' le he dicho el lugar y me ha dicho que nos llevaba por 50 baths (algo más de un euro). El trayecto ha sido muy corto pero con cuestas muy pronunciadas. Cuando hemos llegado le he dado los 50 y me dice que no, que son 100, 50 cada uno. Todos los nervios y la tensión del día acumulada ha salido.
Le he empezado a decir, sin chillar, pero evidentemente enojado, que estaba harto de camboyanos mentirosos y de tailandeses mentirosos, que el trato que habíamos hecho era por 50 baths y que era lo que le pagaba. Él me ha dicho que en la isla el precio se fija por personas y yo le he dicho que eso no me lo había dicho al principio, cuando negociábamos el precio. El, todavía más enfadado, ha tirado el billete de 50 al suelo y se ha ido hacia el 'tuk tuk'. Le he seguido y le he dicho en inglés "en mi país pagamos lo que prometemos" pero no ha querido coger el billete.
Con Clara hemos bromeado de si mañana nos esperará en la puerta del hotel con un grupo de amigos para romperme las piernas y cobrarse lo suyo. Jejeje espero que no. Sin más, cansados de todo y de todos, nos vamos a dormir esperando que mañana el día mejores considerablemente.
Besetes!
(Os he puesto unas fotos de los dos días y un video de cómo íbamos en el autobus porque ha sido un día tan agotador y feo que no hemos hecho fotos apenas)
Lástima de video: Dino corriendo tras el carro de las maletas mientras Clara persigue el pasaporte en la frontera. Bueno, bien pensado, casi mejor no verlo.
ResponderEliminarCon cuantas personas os peleais al día? Jaja
ResponderEliminarDepende del dia...creo que el record esta en 4 en un dia...nada, que vamos haciendo amigos...jaja
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