Impacto

domingo, 19 de enero de 2014

Dubai, un montón de todo donde en realidad no hay nada




Hemos llegado a Bangkok después de 34 horas de viaje. Tenemos la sensación de que han pasado días desde que dejamos Menorca, sobre todo después del tute para visitar Dubai. Dubai, en si, no es una ciudad fea, pero si que es incómoda para descubrirla andando, que es como a mí me gusta. Os cuento un poco y lo ilustro con las fotos de Clara, para que nos entendamos.
En Dubai llegamos a las 2 de la madrugada de allí y esperamos hasta las 6 de la mañana a que abrieran el metro y salir a investigar, optando por no dormir y recuperarlo en el siguiente vuelo. Bien. Nos pasamos de listos. Más que nada porque a las 6 de la mañana todavía es de noche y pillamos algo de lluvia. Como tiempo nos sobrabna a raudales, lo invertimos en pasear en metro. En Dubai el lujo impera y el Metro es exterior por lo que mientras paseas puedes hacerte una idea por dónde te mueves.
La lista de deberes para este imperio gigantesco empezaba por el Burj al Arab, el hotel con forma de vela que preside la que sin duda es una de las playas más feas que he visto en mi vida. Me alegra comprobar entre tanto lujo que el dinero no lo puede comprar todo. Desde la estación de metro hasta la playa hemos andado como 40 minutos en un tramo donde apenas había acera y los coches, la mayoría de alta gama, iban como locos. No ha sido un paseo de esos que se disfruta sino más bien un suplicio.

Hemos intentado seguir caminando pero el cansancio ha hecho mella y nos hemos metido en un taxi para acortar distancias. En Dubai, se ve que la transacción con el conductor es de lo más sencilla. Que no eficaz. Tú le dices dónde quiere ir y él te deja donde le da la gana. Le hemos pagado para que nos llevara al Burj Khalifa y nos ha dejado en la puerta de un gran centro comercial que estaba relativamente certa. Repito, relativamente cerca. Dubai tiene mucho y de todo, pero no a cualquier precio, así que nuestra única inversión han sido dos cafés para llenar el depósito. Mientras observábamos un acuario inmenso en el hall del centro comercial. Sí, lo típico.
Después, con las energías flojeando, hemos dado un último paseo por la ciudad, atravesando el centro financiero a través de unos túneles elevados con cintas automáticas que no se acababan nunca y una visita al Greek Park.
Los excesos han pasado factura en el avión hacia Dubai. Clara ha dormido prácticamente desde antes del despegue hasta cinco minutos antes de llegar y yo, que no suelo dormir nada, desde el despegue hasta una hora antes de llegar a Bangkok. El vuelo ha durado seis horas.
Besetes!

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